Además de que el marco en que se desarrolla parte de
la narración, la Rusia del último zar es ya algo altamente atractivo, la novela
se hace amena al pasar de la niñez de los protagonistas avanzando en el tiempo,
para alternar con capítulos en que se cuenta desde el final de sus días hacia
atrás. Muy bien estructurada para mantener un final, yo no diría sorprendente,
sino casi previsible ya que esta ficción no podría terminar de otro modo. La
supuesta desaparición de la gran duquesa Anastasia siempre ha despertado un interés especial y el autor juega bien
esta baza.
Yo me inclino más en la novela por
la etapa de la madurez de los personajes en el exilio, en que el aspecto
sicológico e introspectivo queda bien perfilado en esta mezcla de ficción e
historia, que con una prosa fluida hace interesante su lectura.
Un conmovedor relato lleno de
emociones en un momento histórico apasionante.
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