
En esta época existía la noción del "tonto sabio". Se pensaba que todos los bufones y tontos eran casos especiales a quien Dios había tocado con un regalo de locura infantil, o quizás una maldición. En todas las cortes europeas, los enanos eran buscados como bufones. Muchos de ellos gozaban de una inteligencia clara, que supieron utilizar en beneficio propio.
En la España de los Austrias, aún cuando en menor medida que en otros países, hubo también bufones. En el siglo XVI, Carlos I y más tarde su hijo Felipe II, usaron de los servicios de estos personajes. Luego, Felipe III prescindiría de ellos casi por completo, pero Felipe IV volvería a llenar su corte con ellos.
Los bufones tuvieron una cierta importancia en la corte española del Barroco. Animaban las jornadas de los reyes, bien contando chistes, haciendo gracias, tonterías o interpretando escenas teatrales. Eran funcionarios de la corona y recibían un digno sueldo. Hay sobre ésto algunos apuntes que aparecen en las cuentas reales, como los gastos de viaje cuando acompañaban a algún noble o la compra de vestidos y zapatos de tallas “extrañas”.
Los bufones tuvieron una cierta importancia en la corte española del Barroco. Animaban las jornadas de los reyes, bien contando chistes, haciendo gracias, tonterías o interpretando escenas teatrales. Eran funcionarios de la corona y recibían un digno sueldo. Hay sobre ésto algunos apuntes que aparecen en las cuentas reales, como los gastos de viaje cuando acompañaban a algún noble o la compra de vestidos y zapatos de tallas “extrañas”.
Velázquez, el pintor del rey, los reprodujo en sus cuadros, a pesar de denominarlos "sabandijas de palacio". Eran pintados a menudo junto a perros para dejar patente su escasa estatura. Los vemos en sus cuadros más famosos, las Meninas o La familia de Felipe IV (1656-57). Ejemplo de ello es Mari Bárbola, que era de origen alemán y estaba al servicio de la reina. Recibía muchos regalos y amasó una nada despreciable fortuna. Velázquez la pintó en el cuadro de Las Meninas contrastando su fealdad con la delicadeza de la infanta Margarita María. Al lado de Mari Bárbola, con un pie sobre el mastín “León”, Velázquez, retrató a Nicolasito Pertusato. Más listo que el hambre, también estuvo al servicio de la reina. Intrigante, pero cauto y discreto, logró que ella lo nombrase ayudante de cámara. Desde entonces fue don Nicolás. Se hizo rico dejando como herencia tres casas en Madrid y más de quince mil ducados.
Diego Acedo Velázquez “El Primo” (1660). Lo de “El Primo” viene por su segundo apellido ya que, con sorna, todo el mundo preguntaba al pintor si era primo suyo. El Primo, personaje inteligente, prestó servicios en dependencias administrativas. Era mordaz en sus juicios, cualidad que le permitía manifestar opiniones conflictivas estando como bufón amparado en su aspecto.

El bufón murió como institución de corte sobre el siglo XVI o XVII en China, y en el XVIII temprano, en Europa. La familia de la Reina Madre, el Bowes-Lyón, fué la última familia escocesa que mantuvo a un bufón a jornada completa.
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