Párrafos destacados:
El
padre de Fonseca a su hijo: Haz lo que quieras, hijo, pues eres libre. Pero
nunca olvides que el mayor tesoro de un hombre es alcanzar la paz interior.
La
lluvia había descargado de pronto y aliviado el verano de la urbe, mientras la
calle copiaba a torpes brochazos sobre grandes charcos las fachadas de los
vetustos palacios cansados.
Sin
embargo el que tenía los días contados era su criatura literaria, su
frailecito. Las cartas de Madrid le advirtieron del fatal desenlace. Fallecidos
Dña. Bárbara y Fernando VI, Carlos III se leyó el libro y se rió, pero dijo que
“debía prohibirse porque hacía burla de los frailes”. No hay que olvidar que ya
no había confesores jesuitas en palacio, sino un capuchino.
En
pocos días pude comprobar dónde me había metido. Del noviciado más prestigioso
de los jesuitas había caído de pronto, sin casi darme cuenta y de cabeza, en la
célula secreta que preparaba su destrucción.
La
Compañía es culpable de tener éxito. No hay nada que sea más peligroso que el
éxito. Para los demás y para uno mismo. Para los demás, porque el éxito
humilla, produce envidias y competencias. Para uno mismo, porque el éxito va
ligado al poder y al orgullo.
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