TÍTULO: El Mozárabe
AUTOR: Jesús Sánchez Adalid
Abderramán III se independiza de los Omeya de Damasco y crea allí la capital de un próspero califato independiente. Le sucede su hijo Alaquen II, hombre culto, pacífico, bibliófilo amante de las ciencias y las letras, durante cuyo reinado, Córdoba llegó a ser la mayor y más próspera ciudad de Occidente gracias a la tolerancia entre árabes, mozárabes y judíos que propició este califa.
Durante esa época conviven dos personajes singulares con bastantes puntos en común. Ambos son emprendedores, aventureros, perfeccionistas, preparados y con carisma.
Uno de ellos, Abuámir, de linaje yemení nacido en la Axarquía malagueña, de notables aptitudes, emprende su camino movido por la ambición. Escala, después de una excelente preparación, uno tras otro puestos como escribiente, auxiliar del cadí, administrador y mayordomo de la favorita, inspector de moneda, cadí de Sevilla, intendente de la casa del heredero y jefe de la policía de Córdoba. Se forma como guerrero y a la muerte de Alaquen, tras apartar al primer ministro y eliminar al hermano del califa, consigue el nombramiento de visir. Reúne un ejército adicto a su persona y toma el nombre de Almanzor “El Victorioso”. Aísla al heredero Hixham II y durante veinte años ejerce una verdadera dictadura. Emprende campañas devastadoras por territorios cristianos, siendo la del 997 contra Santiago de Compostela de las más crueles.
Curiosamente el otro protagonista, al que durante toda su vida le mueve la tolerancia, el equilibrio y la generosidad, es quien propicia, como consejero de Alaquen, la escalada al poder de Abuámir porque en su juventud le pareció puro y bien preparado.
Este mozárabe llamado Asbag comienza como aprendiz en el taller de copia de la diócesis de Córdoba donde además se forma en el estudio del trívium y quadrívium. Pasa luego a ser maestro y se gana la voluntad del culto califa cuando ve sus trabajos. Sus virtudes y diplomacia hacen que se le encarguen diferentes misiones que lleva a cabo con éxito hasta que es nombrado obispo de Córdoba.
Cuando tras varios intentos fallidos lleva a cabo una peregrinación a Santiago, es hecho prisionero por piratas daneses y a partir de este momento su vida es un ir de calamidad en calamidad por toda Europa hasta que ya anciano consigue regresar a Al-Ándalus y de nuevo tiene otro encuentro con Almanzor. No consigue que desista atacar a Santiago de Compostela pero al menos su tenacidad permite que no sea tocado el sepulcro del apóstol. Los personajes que conoce y los padecimientos que sufre, le enriquecen espiritualmente haciéndole cada vez mejor persona.
Dos seres que en su juventud marchan en paralelo pero la ambición desmedida de uno le hará convertirse en un ser aborrecible; mientras que el equilibrio y la templanza del otro le darán la satisfacción de haber pasado por la vida haciendo el bien.