Princesa
de los Ursinos: Muchos de los que públicamente manifestaban su rechazo a la
princesa, mostrando aversión ante la edad de ésta, suspiraban en secreto por
gozar de sus encantos. Más de uno habría dado hasta lo que no poseía por gozar
una sola vez de aquello que ante los demás aparentaba despreciar.
Por la mente del militar
desfilaban imágenes y recuerdos, que se amontonaban. Le ocurría siempre que la
situación se presentaba difícil, sucedía cada vez que le embargaba la
melancolía de las horas bajas; y había vivido ya muchas horas bajas en aquella
maldita guerra desencadenada para decidir, decían, quién se sentaba en el trono
de Madrid, aunque él estaba convencido de que en aquella terrible contienda
primaban otros intereses.
Los tres mil hombres pasaron por
delante de su soberana, cuya presencia les estimuló de tal forma que más
parecían ofrecerle una victoria, que ser los retales deshilvanados de un
ejército aplastado y puesto en desorden y desbandada.
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