miércoles, 18 de septiembre de 2013

LA LOBA DE FRANCIA. ALGUNOS PÁRRAFOS

        Cierto que a monseñor de Valois se le había considerado bastante embrollón, dispuesto a resolverlo todo sin reflexionar lo suficiente, y hecho a gobernar más de capricho que prudentemente, pero por haber rodado de corte en corte, de París a España y de España a Nápoles, por haber defendido los intereses del Padre Santo en Toscana, por haber participado en todas las campañas de Flandes, por haber intrigado en busca del trono del Sacro Imperio y haberse sentado durante más de treinta años en el Consejo de cuatro reyes de Francia, poseía la costumbre de plantear los problemas del reino dentro del conjunto de los asuntos de Europa. Y eso lo hacía de manera casi inconsciente.

          "Ved aquí al rey de Francia, soberano señor; no hay ninguno entre vosotros, por pobre que sea, con el que no quisiera cambiar mi suerte". Había escuchado esas frases sin entenderlas. Eso era lo que habían sentido los príncipes de su familia en el momento de la muerte. No podían decir otras palabras, pero los que gozaban de salud no las podían comprender. Todo hombre que muere es el más infeliz del universo.
           Guccio creía haber alcanzado la edad en que uno obra por la razón. Sin embargo, a pesar de la arruga que se le marcaba entre las cejas, seguía siendo el hombre de siempre, la misma mezcla de astucia y candidez, de orgullo y de sueños. Tan cierto es que los años cambian poco nuestro carácter y que no hay edad que nos libre de errores. Los cabellos encanecen más de prisa que nuestras debilidades.
           Si, un celoso, eso era. A pesar de ser regente, todopoderoso, el que daba los empleos, gobernaba al joven rey, vivía conyugalmente con la reina, y ésto ante los ojos de todos los barones, Mortimer seguía celoso. "Pero, ¿está completamente equivocado al serlo?", pensó de pronto Isabel.

lunes, 16 de septiembre de 2013

LOS REYES MALDITOS. LA LOBA DE FRANCIA




TÍTULO: LOS REYES MALDITOS (V). LA LOBA DE FRANCIA
AUTOR: MAURICE DRUON



            Siguiendo la serie de "Los reyes malditos", en la quinta entrega, "La loba de Francia", nos sitúa el autor en el reinado de Carlos IV, tercero en el trono de los tres hijos de Felipe IV el Hermoso que reinaron sucesivamente. Durante el reinado de este débil soberano será la alta nobleza quien coja las riendas del gobierno de Francia: Carlos de Valois y Roberto de Artois serán los protagonistas de esta etapa.
           Empieza haciendo un breve repaso del reinado anterior con Felipe V para a continuación trasladarnos a Inglaterra, a la torre donde está prisionero lord Mortimer por haberse rebelado contra su rey Eduardo II casado con Isabel, hermana del rey de Francia Carlos IV. Ella pasa por una situación insoportable pues su marido claramente homosexual solo vive para hacer feliz a su amante, Hugo Despencer a quien favorece con todo tipo de prebendas y regalos así como a su familia en detrimento de la reina que se ve menospreciada, relegada e incluso amenazada su propia vida.

       Lord Mortimer se escapa de la prisión y cruza el mar para refugiarse en Francia, donde es recibido por Carlos de Valois, quien gobierna  en Francia ante la ineptitud del verdadero rey.
          Cuando más adelante   Isabel es enviada a Francia para intentar negociar en la corte de su hermano problemas de estado, entra en relaciones amorosas con Lord Mortimer, quedándose en Francia y ganando adeptos para su causa, que de momento es simplemente permanecer en Francia para conservar la vida ante la amenaza que corre en la corte Inglesa.
              En 1326, Isabel y Mortimer, al mando de un ejército mercenario, arribaron a las costas de Inglaterra. Eduardo buscó apoyos tanto en los barones, como en las diferentes ciudades por las que el ejército invasor tendría que pasar, pero ahora la reina gozaba de gran popularidad al ser vista como la insatisfecha esposa de un pervertido. Isabel fue capaz de saltar de ciudad en ciudad con un ejército extranjero totalmente equipado.
              A Eduardo le obligaron a abdicar en favor de su hijo en enero de 1327, pero como todavía era menor de edad, la reina quedó como regente. En la práctica, era su amante quien tenía el poder. 
          Isabel y su amante cometieron los mismos errores que tanto habían criticado. Se rodearon de favoritos y cometieron todo tipo de arbitrariedades y excesos; Isabel solo hacía caso a su amor y su relación se hacía cada vez más evidente. Desde entonces, pasó de ser una pobre reina maltratada por su marido, a ser odiada por el pueblo y por su propio hijo, cansado de su actitud indecorosa.
           Acaba la novela con la muerte del rey , su marido. 
         Al principio se simpatiza con la pobre princesa francesa que sufre las humillaciones, infidelidades y desprecios de su marido pero después se transforma en una loba vengativa y sanguinaria que despierta la antipatía del lector.