lunes, 21 de octubre de 2013

EL INVIERNO DE LA CORONA. ALGUNOS PÁRRAFOS


EL INVIERNO DE LA CORONA. ALGUNOS PÁRRAFOS.

          Pedro de Luna era de mediana estatura y cuerpo macizo. Hablaba con sutileza y con palabras penetrantes. Tenía fama de tozudez, de ser capaz de mantener sus convicciones hasta la propia muerte; incluso sus más enconados enemigos reconocían en su persona a un hombre honesto y firme, de costumbres irreprochables.
         Sólo la colina de la Acrópolis conservaba la antigua belleza que un día atesoró la capital del Ática. La comitiva ascendió por la rampa de piedra de acceso a los Propileos y penetró en la Acrópolis. Allá arriba, sobre la pétrea colina amesetada, se hacinaban la mayoría de los habitantes de la ciudad. Los sólidos muros de Pericles se habían rematado con almenas de cal y mampuesto, pabellones de madera y adobe alternaban con los templos de mármol de la Antigüedad, y cabras, ovejas y aves deambulaban entre las arquitecturas que un día fueran asombro del mundo. EL Partenón mantenía su grandiosa integridad, y sobre el vértice del frontón repleto de figuras de dioses y gigantes, al lado de una cruz de madera negra, ondeaba la enseña de franjas rojas y amarillas de los reyes de Aragón.
           Rocabertí era un guerrero de otra época. Tenía como modelo de soldado al legendario rey Arturo y a los otros ocho grandes paladines de la Historia: Héctor de Troya, Alejandro Magno, Julio César, Josué, David y Judas Macabeo de Israel, el emperador Carlomagno y el cruzado Godofredo de Bouillon. A veces el vizconde se imaginaba como uno de los caballeros de la Tabla Redonda, un Lanzarote o un Parsifal como los de la historia del Grial que había leído en una traducción catalana que le proporcionara tiempo ha el infante D. Juan.
                 El rey de Aragón lo es también de Valencia y de Mallorca, y es soberano de Cerdeña y duque de Atenas y Neopatria, y aún se intitula rey de Córcega. Muchos estados jalonan una misma Corona pero cada uno de esos estados tiene intereses bien distintos, a veces contrapuestos y enfrentados. Los nobles aragoneses sólo desean mantener su independencia y, en todo caso, obtener de la Corona nuevas tierras que les proporcionen más rentas y más siervos, los mercaderes catalanes aspiran a aumentar sus fortunas, en estos momentos muy menguadas, abriendo nuevos mercados para sus productos, y valencianos y mallorquines esperan con paciencia que los catalanes se arruinen para ocupar su lugar en el comercio mediterráneo.


sábado, 19 de octubre de 2013

EL INVIERNO DE LA CORONA


TÍTULO: EL INVIERNO DE LA CORONA
AUTOR: JOSÉ LUIS CORRAL LAFUENTE


          Nos vamos en esta ocasión de la mano de José Luis Corral al reinado en Aragón de Pedro IV el Ceremonioso. Fue uno de los reyes más notables de la Edad Media y su tiempo coincide con varios conflictos; unos de tipo diplomático como su delicada neutralidad en el cisma de Occidente, otros de tipo político como su enfrentamiento con Castilla e incluso con su propio yerno el conde Juan de Ampurias, así como contra Génova para defender sus intereses comerciales en el Mediterráneo. Pero las intrigas de su amante Sibila de Forciá junto con el hermano de ésta queriendo medrar en la corte, se harán tan intensas, que aunque se casa con ella muy enamorado, le amargarán el final de sus días.
          Para introducirnos en el entorno del rey el autor se vale de dos personajes de la Cancillería: Jerónimo de Sta. Pau, notario real procedente de una familia de judíos conversos y el propio Canciller con mucho carisma ante el rey.
         Del otro lado los hermanos Forciá junto al consejero de la reina Juan de Cabrera forman un buen equipo cuya principal ventaja es que la Forciá tiene cautiva la voluntad del rey. Ella sabe mover los hilos para conseguir lo que se propone, si no tiene un hijo, quiere al menos enriquecer a su familia y a ella misma en detrimento de los legítimos herederos los infantes D. Juan y D. Martín. Con sus insidias pone a éstos en enemistad con su padre.
          Sin mover grandes acontecimientos en esta itinerante corte, les resulta difícil desviar dinero, es por eso que insiste en que 1385 será el año del fin del mundo y sería necesario organizar una cruzada a Tierra Santa para así poderse coronar reyes de Jerusalén. Pululan por la corte astrólogos que preconizan lo que quiere oir el mejor postor.
           El buen juicio del rey y los consejos y buen hacer del Canciller junto con Sta. Pau salvaguardan el reino de tantas malintencionadas intrigas.
           Novela muy equilibrada entre la historia y la ficción que mantiene la atención del lector en todo momento.

Con este enlace os remito a las imágenes que del Real Monasterio de Sta. Mª de Poblet, panteón de los reyes de Aragón, publiqué en su día. Lo pongo también en la lista de enlaces.



http://leersobrehistoria.blogspot.com.es/2011/04/real-monasterio-de-sta-m-de-poblet.html

domingo, 6 de octubre de 2013

EL DESAFÍO DE LAS DAMAS. ALGUNOS PÁRRAFOS


El desafío de las damas. Algunos párrafos:

               _Olivares, recoge las últimas migajas de tu victoria porque este pueblo es conocido por abrazarte hoy y pegarte un puntapié en las nalgas mañana, que bien os lo contaría mi abuelo Lerma y mi tío Uceda si los hubieseis dejado vivir.

              _Ante el rey me contesté a mi misma: Hambre y miseria a raudales. Todo lo ha hecho para sumiros en la decadencia más absoluta. Su sombra sólo ha dejado galeones anegados, escuadras enteras a pique, perdido el reino de Portugal, alzados en armas a parte de vuestros reinos, pérdidas irrecuperables como Mantua, el Rosellón, Borgoña y otros muchos lugares del Oriente y las Américas que han pasado a manos de vuestros innumerables enemigos.
¿Adónde fueron las riquezas que a todos arrancasteis? ¿Qué fue de lo que decomisasteis a los validos de vuestro padre?

                _Es cierto que hoy más que nunca la corte en Madrid es un hervir de intrigas de la peor especie. ¿De qué sirven los esfuerzos de nuestros valerosos hombres en las contiendas de Sicilia, Nápoles, Monferrato, Bohemia y Valtelina?. Los soldados ya sólo son un recuerdo del glorioso reinado de Felipe II, porque mientras en Europa les admiran por la entrega que demuestran al intentar salvar el declive de nuestro ya desastrado imperio, el rey les ignora dejando su devenir en manos de cualquier gobierno.

              _Antes de contestar, escupí la piedra en un pequeño cuenco de Talavera pintado con nuestro escudo de armas.
Lo hacemos imitando a las damas francesas y su presunción, pues al enjuagarnos después de mascar barro, nuestra dentadura parece más limpia y nos salvaguarda de los hediondos olores. Desde que nos enviciamos con el barro, nuestro aliento se perfuma con su aroma y nuestros esposos lo agradecen, ya que los besos les saben mejor.
            

jueves, 3 de octubre de 2013

EL DESAFÍO DE LAS DAMAS


TÍTULO: EL DESAFÍO DE LAS DAMAS
AUTOR: ALMUDENA DE ARTEAGA


              Al Igual que otras novelas ya leídas, ésta aborda también el reinado de Felipe IV y se centra en la conspiración que un variopinto grupo de damas de la época urde para desacreditar y destituir al valido del rey el conde duque de Olivares. Todas tienen una poderosa razón para odiar a este personaje.
             La narración en primera persona la lleva a cabo una de ellas, Mª Acacia Silva y Mendoza, duquesa del Infantado, casada con D. Ruy y biznieta de la princesa de Éboli. Fue dama de la reina Isabel de Borbón. Ella junto a otras mujeres, todas con cuentas pendientes con el conde-duque urden una y otra vez distintas tramas hasta conseguir tras veintidós años de lucha la caída del valido. Éstas fueron las otras y sus motivos, obvios.
            Ana Mendoza y Enríquez, cuarta duquesa del Infantado. Viuda de su primer matrimonio se casó en segundas nupcias con Juan Hurtado de Mendoza, su primo. A la boda asisten los reyes Felipe III y Dña. Margarita que la tuvo como confidente y primera dama de su corte. Su segundo hijo casa con una hija del duque de Lerma principal víctima de Olivares y por tanto perjudica seriamente al hijo de éstos su nieto D. Ruy nombrado anteriormente. Tanto a Ruy como a Mª Acacia les hace prometer que lucharán sin tregua hasta hacer fracasar al conde-duque de Olivares.
            Ana de Guevara, nodriza del rey Felipe IV quien siempre le tuvo mucho cariño y consideración hasta que Olivares se las arregló para echarla a la calle viéndose avocada a regentar una de las mancebías de Madrid. Murió en la villa tras ver su venganza cumplida.
             Mª Inés Calderón, la Calderona, actriz de comedias, se convirtió en amante de Felipe IV y madre del único bastardo reconocido Juan José de Austria. Cuando al rey se le pasó el capricho, Olivares la separó de su hijo y la obligó a ingresar en el convento alcarreño de Valfermoso donde murió sin dar más problemas en beneficio de la carrera política de su hijo.
            Isabel de Borbón, reina de España, francesa que aquí recibió el sobrenombre de la Deseada. Durante el alzamiento de Cataluña y en contra del gobierno del conde-duque, ejerció la regencia en Madrid mientras el rey acudía a Barcelona a poner orden. Tanto Olivares como su mujer, que consiguió ser dama de la corte, la sometían a un intenso espionaje para evitar que influyera sobre el rey en su contra.
          Sor Mª Inés de Ágreda, hija de una familia hidalga que entra en el convento a los dieciséis años llegando a ser madre abadesa. De un gran misticismo, su fama llegó al mismo rey que la toma como consejera y acata sus sabios consejos. Ella fue portadora de las últimas palabras que necesitaba el rey para convencerse de la mala influencia de Olivares.
           Inés de Vargas, marquesa viuda de Siete Iglesias. Su marido, un antiguo paje del cardenal duque de Lerma, ostentó diversos cargos entre ellos el de secretario de Estado hasta que Felipe III enfermó y Olivares aconsejó a su sucesor, Felipe IV, acometer en su contra. Fue apresado en Valladolid, se le confiscaron sus bienes y finalmente degollado en la plaza Mayor de Madrid. La viuda e hijos quedaron en la miseria más absoluta acogiéndose ella a la caridad de la duquesa del Infantado.
             Razones no les faltaban para conjurar contra el valido.